Lo primero que tenemos que hacer es el perderle miedo. Porque si bien es cierto que se trata de una prueba clave para acceder a cualquier MBA, también lo es que con una buena preparación del examen GMAT, este se supera. Además, en el peor de los casos, siempre podemos repetir.
Así que una vez relajados, lo primero que debemos hacer es;
- Conocer a qué nos enfrentamos. Es muy difícil superar cualquier reto si no sabemos a qué nos enfrentamos realmente. Por eso, lo primero que tenemos que hacer es tomarle la medida al examen, conocerlo y hacerlo en detalle.
- Desarrollar tus fortalezas. Descúbrelas lo antes posible y desarróllalas al máximo, para que te sirvan de pilar el día del examen. Un lugar desde el que apoyarte, sentirte seguro, y si las manejas con habilidad ¡Hasta brillar!
- Identificar tus debilidades. Y una vez que lo hagas no dudes en pedir ayuda en aquellos aspectos en los que te sientas un poco más flojo. No pocas veces los puntos flacos han llegado a convertirse en la punta de lanza de un estudiante a base de trabajarlos.
- Apostar por el principio. Recuerda que el GMAT evoluciona según lo estamos realizando, por tanto, el mayor peso siempre estará en la primera parte. Si enfrentamos con éxito las primeras preguntas habremos hecho más de la mitad del camino casi sin darnos cuenta. Por eso céntrate al inicio, y… ¡a por todas!
- Práctica. Parece un consejo sencillo, tanto de dar, como de realizar, pero es el más importante. Y es que el 80% de nuestras posibilidades de éxito descansan precisamente en el tiempo de práctica que dediquemos. Por tanto, no lo dudes, y practica todo lo que esté en tu mano.
Recuerda, además, que el GMAT funciona por nota, y que cuanto mayor sea nuestra puntuación, más oportunidades tendremos de acceder a universidades y centros de prestigio. Conclusión, no escatimes en esfuerzo, piérdele el miedo y… ¡a por todas! Es posible que con un poco de esfuerzo te sorprendas a ti mismo con un resultado mejor que el esperabas 😉